sábado, 31 de diciembre de 2011

Canción de la semana(: - Un año más

Adiós 2011(;

Mecano - Un año más

En la Puerta del Sol
como el año que fue
otra vez el champagne y la uvas
y el alquitrán, de alfombra están.

Los petardos que borran sonidos de ayer
y acaloran el ánimo
para aceptar que ya, pasó uno más.

Y en el reloj de antaño
como de año en año
cinco minutos más para la cuenta atrás.
Hacemos el balance de lo bueno y malo
cinco minutos antes
de la cuenta atrás.

Marineros, soldados, solteros, casados, amantes, andantes
y alguno que otro
cura despistao.

Entre gritos y pitos los españolitos
enormes, bajitos hacemos por una vez
algo a la vez.

Y en el reloj de antaño
como de año en año
cinco minutos más para la cuenta atrás.
Hacemos el balance de lo bueno y malo
cinco minutos antes
de la cuenta atrás.

Y aunque para las uvas hay algunos nuevos
a los que ya no están echaremos de menos
y a ver si espabilamos los que estamos vivos
y en el año que viene nos reímos.

1,2,3 y 4 y empieza otra vez
que la quinta es la una
y la sexta es la dos y así el siete es tres.

Y decimos adiós
y pedimos a Dios
que en el año que viene
a ver si en vez de un millón
pueden ser dos.

En la Puerta del Sol
como el año que fue
otra vez el champagne y las uvas
y el alquitrán de alfombra están.


 
Esperemos que este 2012 sea mejor que este año, que la economía mejore, que hagamos más amistades y que reforcemos las anteriores, que seamos muy muy felices... ah, y que no se acabe el mundo(;

miércoles, 28 de diciembre de 2011

Poema de la semana - Declaración.

Comienza el mar a gemir,
la sombra empieza a caer;
sentado en la extensa playa
miro con triste avidez
danzar las revueltas olas
en espumoso tropel;
y mi corazón con ellas
alborótase también.
Memorias y anhelos vagos
surgen y crecen en él,
porque tu voz y tu imagen
oigo y miro, dulce bien;
tu imagen que sobre todo
flota siempre, pura y fiel;
tu voz, que en todo la escucho,
y en todo la escucharé,
en el viento que solloza,
en la ola, muerta a mis pies,
y hasta en el propio suspiro
de mi recóndito ser.


Con ligera caña escribo
en la arena: «Te amo, Inés».
Y suspirando traidora,
mansa viene la ola infiel,
y al punto borra la dulce
declaración de mi fe.

¡Caña frágil! ¡Leve arena!
¡Pérfida mar! ¡Ola cruel!
Para nada os quiero; nunca
a engañarme volveréis.
En la selva escandinava
crece altivo, entre otros cien,
abeto, que al cielo sube,
ese abeto arrancaré,
En las entrañas del Etna
fuego eterno se ve arder;
en las entrañas del Etna
hundiré el tronco después.
Con esa tremenda pluma
y esa tinta escribiré
en la bóveda enlutada
de la noche: «Te amo, Inés».
 


Entre los vívidos astros
las cifras de mi querer
brillarán todas las noches
hoy y mañana y después.
Generaciones de ángeles
veránlas resplandecer,
y por siglos de los siglos
repetirán: «Te amo, Inés».
 
 
Heinrich Heine

viernes, 16 de diciembre de 2011

Poema de la semana - Rima: Dices que tienes corazón y solo...

Dices que tienes corazón, y sólo
lo dices porque sientes sus latidos;
eso no es corazón..., es una máquina
que al compás que se mueve hace ruido
 
Gustavo A. Bécquer
 
Dedicado a P1 (; no porque ella lo sea, sino por la gracia que esta rima le hace. Ella va de piedra, pero en el fondo no es más que un flan... (L

lunes, 12 de diciembre de 2011

Poema de la semana - Rima XXV

Cuando en la noche te envuelven
las alas de tul del sueño
y tus tendidas pestañas
semejan arcos de ébano,
por escuchar los latidos
de tu corazón inquieto
y reclinar tu dormida
cabeza sobre mi pecho,
diera, alma mía,
cuanto posea:
¡la luz, el aire
y el pensamiento!


Cuando se clavan tus ojos
en un invisible objeto
y tus labios ilumina
de una sonrisa el reflejo,
por leer sobre tu frente
el callado pensamiento
que pasa como la nube
del mar sobre el ancho espejo,
diera, alma mía,
cuanto deseo:
¡la fama, el oro,
la gloria, el genio!

Cuando enmudece tu lengua
y se apresura tu aliento
y tus mejillas se encienden
y entornas tus ojos negros,
por ver entre sus pestañas
brillar con húmedo fuego
la ardiente chispa que brota
del volcán de los deseos,
diera, alma mía
por cuanto espero,
la fe, el espíritu,
la tierra, el cielo.




Gustavo Adolfo Bécquer

Adolescencia y futuro

Seguro que todos los que estáis leyendo esto os habéis preguntado cómo seréis dentro de unos años, qué estudiaréis o de qué trabajaréis (si es que hacéis algo), a quiénes llamarás amigos, enemigos o “antiguos amigos”, dónde viviréis, si tendréis un piso o un chalet, si estaréis casados o solteros… Y sobre todo si, con esa vida, sois felices.


Puede que nos digan que hay que disfrutar la vida, que sólo son dos días, que lo que importa es el presente, que todo llegará a su debido tiempo, y que, por lo tanto, no debemos machacarnos pensando en ello. Todo eso es muy bonito, son grandes frases, sí Señor, pero la verdad es que en este sentido pienso como Woody Allen, que sabiamente decía: Claro que me interesa el futuro, es el lugar donde voy a pasar el resto de mi vida.

Nos pasamos la niñez sin tomar decisiones, toooodo lo eligen por nosotros, o, directamente, no se nos da la libertad de elegir ya que no solemos estar capacitados para ello. Pero, a medida que vas entrando en la adolescencia en la que (supuestamente) empiezas a pensar de forma más clara y a saber lo que quieres (en esto no se incluyen muchos chicos/as) y es ahí donde poco a poco, como con miedo a asustarte, te van dando pequeñas elecciones. En el colegio empiezan por darte a escoger optativas, después ciencias o letras, y más tarde la carrera que quieres estudiar o, si dejas el instituto, el trabajo que quieres desempeñar (a la generación nini ni la nombro). También te dan a elegir con quiénes quieres ir, en qué ambiente quieres meterte y hasta si quieres destrozarte la vida a causa de tonterías, que tú mismo eliges.
Ahí es cuando empieza la ansiada “libertad” que luego no cesa hasta el final de nuestra vida.
Aquí hago un inciso, porque la libertad, ese concepto tan oído y por el que tanto han peleado es relativo.
¿Eres libre para robar? Supuestamente sí, pero entonces la persona a la que robes no tiene la libertad de elegir sobre lo que pasa con las cosas de su propiedad. Es complicado, yo misma me lío con lo  que acabo de escribir.
Otra cosa irónica y para mi gusto más fácil de entender es esta: ¿Tú tienes libertad para besar al chico o a la chica  que te gusta? La respuesta es (una repuesta que yo odio porque no te aclara nada) depende. ¿Por qué? Porque si esa chica/o no le gustas tiene la suficiente libertad para pararte los pies. En ese momento él o ella son los que eligen (si no empleas la fuerza claro está ¬¬)
Estos dos últimos párrafos son más bien filosóficos, y, puesto que no me apasiona la Filosofía lo dejo aquí.
No podemos saber (para mi desgracia) que será de nosotros dentro de diez años, pero, lo que sí sabemos con más seguridad es que, entre o no entre el destino, Dios, o (como dice una amiga) las reacciones químicas, en gran medida nosotros nos labramos el futuro.

Esperemos un buen porvenir.


Porvenir (Ángel González)

Te llaman porvenir
porque no vienes nunca.
Te llaman: porvenir,
y esperan que tú llegues
como un animal manso
a comer en su mano.
Pero tú permaneces
más allá de las horas,
agazapado no se sabe dónde.

…Mañana! Y mañana será otro día tranquilo
un día como hoy, jueves o martes,
cualquier cosa y no eso
que esperamos aún, todavía, siempre.

viernes, 2 de diciembre de 2011

Poema de la semana - Coplas de Manuel Machado (:

Porque me veas con otra, 
no dudes de mi querer. 
La sangre se da mil veces, 
y el corazón, una vez. 
No vuelvo a verte en la vida, 
ni por tu calle a pasar. 
Tu carita con la mía 
no se vuelven a juntar. 
Los siete sabios de Grecia 
no saben lo que yo sé... 
Las fatigas y el tiempo 
me lo hicieron aprender. 
Yo pensaba haber cogido 
la naranja y el azahar... 
Con hacer leña del tronco 
me tuve que contentar. 
  
Las penas que tú me das 
son penas y no son penas, 
que tienes cositas malas 
y tienes cositas buenas. 


Si te quise, no lo sé;
si me quisiste, tampoco...
Pues borrón y cuenta nueva:
yo con otra, y tú con otro.
 
No te pongas a pensar
en lo que nos ha pasado...
Y, si a la gente le pesa,
que nos quiten lo bailao...
 
Por querer a una mujer
un hombre perdió la vida.
Y aquella mujer perdió...
la diversión que tenía.
 

A la orillita del río
me pongo a considerar:
mis penas son como el agua,
que no acaba de pasar.
 
Publica la enfermedad
aquel que espera el remedio.
Yo no pregono mis males,
porque curarme no quiero.
A la Virgen de los Reyes
de rodillas le pedí,
serrana, que me quisieras
o yo te olvidara a ti.
No sólo canta el que canta,
que también canta el que llora...
No hay penita ni alegría
que se quede sin su copla.
Desde la una a la una,
desde las dos a las dos,
son las veinticuatro horas,
que te estoy queriendo yo.
Han alargado tu calle,
que ahora llega hasta la plaza,
y antes no llegaba más
que a la puerta de tu casa.

Este querer que te tengo
me tié que costar la vía...
Si no me quieres, de pena;
si me quieres, de alegría.
 
Por toas partes se va a Roma,
dice un antiguo refrán.,
Y yo, por toítas partes,
voy a tu casa a parar.
 
Ya te lo decía yo
que aquello se acabaría,
que en la casa de los pobres
dura poco la alegría.
 
Cuando me miras, me matas...
Y si no me miras, más.
Son puñales que me clavas
y los vuelves a sacar.
 
Cuando me pongo a cantar,
me salen, en vez de coplas,
las lágrimas de los ojos
los suspiros te la boca.


Bendita sea mi tierra.
Bendita sea Sevilla.
Sevilla tiene a Triana.
Triana tiene a mi niña.
¿Para qué quieren oír
y para qué quieren ver
oídos que no la escuchan,
ojitos que no la ven?
Te quiero, porque te quiero,
no por interés ninguno;
dinero sin gusto es ná,
y el gusto siempre es el gusto.
La Virgen de la Esperanza,
aquella que está en San Gil,
aquella Señora sabe
lo que yo te quiero a ti.
Mi mal no tiene remedio;
ésta sí que es la verdad...
Tus ojos, chiquilla, han sido
causa de mi enfermedad.


 


Con toíto lo que puede
el Señor del Gran Poder,
me dijo que no podía
curarme de tu querer.
 
Lloraba gotas de sangre,
y mis lágrimas bebía
porque no supiera nadie
lo que por ti padecía.
 
A mi mare, en la agonía,
le juré no verte más...
Si cumplo mi juramento
la vía me va a costar.
 
¡Ay maresita del Carmen,
qué pena tan grande es
estar juntito del agua
y no poderla beber!
 
Camino que no es camino
de más está que se emprenda,
porque más nos descarría
cuanto más lejos nos lleva.