domingo, 15 de enero de 2012

Poema de la semana - Sonatina

La princesa está triste... ¿qué tendrá la princesa?
Los suspiros se escapan de su boca de fresa,
que ha perdido la risa, que ha perdido el color.
La princesa está pálida en su silla de oro,
está mudo el teclado de su clave de oro;
y en un vaso olvidado se desmaya una flor.

El jardín puebla el triunfo de los pavos-reales.
Parlanchina, la dueña dice cosas banales,
y, vestido de rojo, piruetea el bufón.
La princesa no ríe, la princesa no siente;
la princesa persigue por el cielo de Oriente
la libélula vaga de una vaga ilusión.

¿Piensa acaso en el príncipe del Golconsa o de China,
o en el que ha detenido su carroza argentina
para ver de sus ojos la dulzura de luz?
¿O en el rey de las Islas de las Rosas fragantes,
o en el que es soberano de los claros diamantes,
]o en el dueño orgulloso de las perlas de Ormuz?

¡Ay! La pobre princesa de la boca de rosa
quiere ser golondrina, quiere ser mariposa,
tener alas ligeras, bajo el cielo volar,
ir al sol por la escala luminosa de un rayo,
saludar a los lirios con los versos de mayo,
o perderse en el viento sobre el trueno del mar.

Ya no quiere el palacio, ni la rueca de plata,
ni el halcón encantado, ni el bufón escarlata,
ni los cisnes unánimes en el lago de azur.
Y están tristes las flores por la flor de la corte;
los jazmines de Oriente, los nulumbos del Norte,
de Occidente las dalias y las rosas del Sur.

¡Pobrecita princesa de los ojos azules!
Está presa en sus oros, está presa en sus tules,
en la jaula de mármol del palacio real,
el palacio soberbio que vigilan los guardas,
que custodian cien negros con sus cien alabardas,
un lebrel que no duerme y un dragón colosal.

¡Oh quién fuera hipsipila que dejó la crisálida!
(La princesa está triste. La princesa está pálida)
¡Oh visión adorada de oro, rosa y marfil!
¡Quién volara a la tierra donde un príncipe existe
(La princesa está pálida. La princesa está triste)
más brillante que el alba, más hermoso que abril!

¡Calla, calla, princesa dice el hada madrina,
en caballo con alas, hacia acá se encamina,
en el cinto la espada y en la mano el azor,
el feliz caballero que te adora sin verte,
y que llega de lejos, vencedor de la Muerte ,
a encenderte los labios con su beso de amor!








Rubén Darío.

sábado, 14 de enero de 2012

Decisiones que marcan la vida.

Os pondré en una situación, pensarla bien:

<< Trabajas en un despacho, haciendo lo que te gusta, pero odiando que se pasen el día mandándote y diciéndote lo que tienes que hacer. Y haciéndolo, a pesar de no estar de acuerdo con ello. Sueñas con tener el puesto del que te manda, creyendo que tú lo harías mejor, imaginando lo feliz que serías con esa responsabilidad y con el dinero que te daría: Podrías llevar a tus hijos a un colegio privado, no negarles el portátil que se pasan el día pidiendo, podrías hacer viajes con los que siempre soñaste, podrías vestir como siempre quisiste y vivir en el lugar que adoras. Pero piensas que solo son sueños, y no les das mayor importancia.
Un día, el director del lugar donde trabajas hace una reunión y os dice a los trabajadores que, como el negocio marcha viento en popa, va a abrir un nuevo despacho, y, que para ello, necesita que alguien se encargue del trabajo que realizaba allí. Os dice que necesita a alguien que conozca el negocio, y quién mejor que uno de los que trabajan en él. Dice que tiene dos posibles candidatos. Te sorprendes de ser uno de ellos, y todos tus sueños aparecen ante tus ojos, más cercanos que nunca, más fáciles de alcanzar de lo que jamás pensaste. Después  del momento de euforia, miras al otro posible candidato, una persona a la que conoces desde hace años, cuando empezaste a trabajar en el negocio, una persona con la que siempre sales a tomar un café, a la que aprecias y con la has fantaseado con lo que harías si fuerais alguno de vosotros los que dirigieras el despacho. Ironías de la vida ¿verdad?
El jefe habla contigo después de la reunión, y te dice:
- Confío en ti, y sé que dirás la verdad. ¿Hay algo por lo que no debería  elegir a tu compañero? Si me das una razón de peso, lógica, el puesto es tuyo, te lo prometo.
Te quedas callado durante un momento, pensando. Sabes cosas, las suficientes cosas de él como para que tu jefe rechazara al momento su candidatura.
En  ese caso, ¿qué harías?:
¿Contar al jefe lo que te pide para conseguir tu sueño y de esa manera destrozar el de tu compañero? Vestirías de Prada, vivirías donde te gusta y tus hijos tendrían más oportunidades en la vida. Eso sí, un nudo se cerniría en tu estómago cada vez que vieras a tu compañero, que nunca podrá tener lo que tú tienes, y todo por tu culpa.
¿O, por lo contrario, dejar que se lleve él la gloria, que vistiera de Channel, que sus hijos le dieran mil vueltas a los tuyos, pero al mirarle, decir: Gracias a mí, gracias a mi bondad, tiene lo que quería?>>


Decisiones, decisiones… marcan la vida, para bien o para mal.
Lo malo es que cuando las tomas, en ocasiones es a ciegas. Sin saber si has hecho lo que debías, o, por el contrario, has cometido un error del que te arrepentirás toda la vida.
Yo, en el caso que os he puesto – y me he inventado – os he puesto un ejemplo de esas decisiones que tomas a ciegas, por lo menos para mí, porque si eres un poco empático te dolerá traicionar de ese modo a alguien con el que has compartido tantos momentos de tu vida. Su vida en tus manos, o tú o él, o la traición o decir no a tus sueños.
Entonces, se me ocurre otra pregunta, ¿qué preferís?
a)    ¿Tener lo que soñaste y ser un traidor?
b)    ¿Abandonar tus sueños y poder dormir tranquilo por las noches?

Para mí, las preguntas que he planteado son difíciles de contestar, y respondería algo así como: No sé.
Pero, como odio la respuesta no sé, porque es síntoma de dejadez y pasotismo, daré mi respuesta.
Lo pasaría mal, pero cumpliría mi sueño. En mayor parte para darle a mis hijos todo lo que quise para mí.

O eso creo.



Opiniones porfaaaa (;

martes, 10 de enero de 2012

Poema de la semana - Romance del conde niño

Conde Niño, por amores
es niño y pasó a la mar;
va a dar agua a su caballo
la mañana de San Juan.
Mientras el caballo bebe
él canta dulce cantar;
todas las aves del cielo
se paraban a escuchar;
caminante que camina
olvida su caminar,
navegante que navega
la nave vuelve hacia allá.
 



La reina estaba labrando,
la hija durmiendo está:
-Levantaos, Albaniña,
de vuestro dulce folgar,
sentiréis cantar hermoso
la sirenita del mar.
-No es la sirenita, madre,
la de tan bello cantar,
si no es el Conde Niño
que por mí quiere finar.
¡Quién le pudiese valer
en su tan triste penar!


-Si por tus amores pena,
¡oh, malhaya su cantar!,
y porque nunca los goce
yo le mandaré matar.





-Si le manda matar, madre
juntos nos han de enterrar.

Él murió a la media noche,
ella a los gallos cantar;
a ella como hija de reyes
la entierran en el altar,
a él como hijo de conde
unos pasos más atrás.


De ella nació un rosal blanco,
de él nació un espino albar;
crece el uno, crece el otro,
los dos se van a juntar;



La reina llena de envidia
ambos los mandó cortar ;
el galán que los cortaba
no cesaba de llorar.
De ella naciera una garza
de él un fuerte gavilán,
juntos vuelan por el cielo,
juntos vuelan par a par.

 


 


Anónimo